Pepe Gimeno: «En este momento, más que nunca, la sociedad necesita soluciones creativas»

10/06/21
Pepe Gimeno: «En este momento, más que nunca, la sociedad necesita soluciones creativas»

Pepe Gimeno ha recibido el Premio Nacional de Diseño, por haber sido “uno de los primeros y más importantes embajadores del diseño español en el mundo, a través de una trayectoria brillante basada en la excelencia y el rigor de pensamiento creativo». El dictamen del jurado destaca, asimismo, que el trabajo desarrollado por el diseñador gráfico valenciano representa, “de forma indiscutible, los mejores valores de toda una generación de diseñadores, legado fundamental para el diseño español”.

Sin duda, Pepe Gimeno (Valencia, 1951) es uno de los grandes maestros y referentes del diseño nacional, del que fue uno de los pioneros, en los años 70, como miembro destacado de la generación que sentó las bases del desarrollo del sector en España. En estos casi 50 años de trayectoria, acumula más de medio centenar de reconocimientos y galardones, tanto nacionales como internacionales. Ha trabajado en los principales ámbitos del diseño gráfico y ha dejado su huella en segmentos como la tipografía -obtuvo el premio Type Director’s Club de Nueva York por su tipografía FF PP, convirtiéndose en uno de los primeros españoles en conseguir este galardón internacional- y el arte plástico, con obras construidas a partir de materiales desechados.

Conversamos con él sobre la transcendencia de este premio y sobre el presente y el futuro del diseño valenciano.

"Este premio me permite echar la vista atrás y apreciar muchas cosas que he hecho en mi trayectoria de forma intuitiva, que suponían entonces salirse del guion y que ahora comprendo que tenían sentido"

¿Qué supone para Pepe Gimeno recibir el Premio Nacional de Diseño?

Es un reconocimiento a los 50 años que llevo trabajando en esta profesión. Me ha permitido echar la vista atrás y apreciar muchas cosas que he hecho en mi trayectoria de forma intuitiva, que suponían entonces salirse del guion y que ahora comprendo que tenían sentido, que todo cuadra. Es una forma de ver tu recorrido profesional confortablemente. Cuando lo estás viviendo, no se valora de la misma manera. Ello aporta nuevas energías e ilusión para seguir trabajando.

¿Cuál es el proyecto que más te ha aportado profesionalmente o con el que más has disfrutado?

He de decir que algunos de los proyectos con los que más he disfrutado nunca han salido a la calle. Hay trabajos que son más conocidos, por lo que sea -porque el cliente ha tenido éxito, por la historia o la trascendencia, porque llevan 30 años y siguen ahí,…- y otros que son muy laboriosos y que te han quitado mucha energía y son poco vistosos. Y, a lo mejor, un cartel al que has dedicado poco tiempo, tiene una gran acogida.

Realmente, en los trabajos creativos pasa un poco como cuando a un padre le dicen que escoja a cuál de sus hijos quiere más. Aunque, sí es cierto que hay varios proyectos que han tenido más difusión o han estado más cerca de la gente, bien por ser una organización o una marca más expuesta al público, por su trascendencia, como puede ser la palmera de Turisme de la Comunitat Valenciana, la marca de Les Corts o la imaginería de la Presidencia Española de la Unión Europea en 2002.

DRAG

Desde esa visión que te brinda la experiencia de 50 años en el sector,  ¿cómo ha evolucionado la percepción y el papel del diseño?

Cuando yo empecé en la profesión, la figura del diseñador como tal no existía; se ha ido creando, poco a poco. Y ha llegado a tener un gran prestigio, pero, en este momento, creo que otra vez se ha devaluado. Las empresas creen en el diseño y lo utilizan más, pero también se frivoliza mucho. Se piensa que ‘en dos patadas’ se hacen las cosas, cuando cuestan mucho. En general, no se está dispuesto a pagar ese valor que tienen los trabajos bien hechos. Es un problema muy grave que tenemos en la profesión en este momento. Nos movemos en un mercado muy competitivo y, si no tú no aceptas un encargo, lo hará otra persona. Como no hay criterio, para mucha gente da lo mismo quién se encargue del proyecto y vemos propuestas de todo tipo, en las que no se ha trabajado con seriedad, ni se hacen las cosas en profundidad. Uno de los retos del profesional del diseño es involucrar al cliente y ayudarle a entender y seguir el proceso de trabajo, de manera que sea consciente de que, para llegar a ese resultado, se han pensado y se han hecho muchas otras cosas antes, y que la solución final viene detrás de muchas que quedaron como intentos. Es realmente muy difícil. En este momento, más que nunca, la sociedad necesita soluciones creativas

¿En qué medida influye la creciente digitalización en esta situación de pérdida de valoración y de intrusismo? ¿Cómo podría afrontarse?

El intrusismo siempre ha existido en nuestro sector, incluso antes de que existiese el ordenador. Para mejorar esta percepción, uno de los ámbitos de actuación, debería ser el nivel de cultura, de formación. En las escuelas de enseñanza obligatoria, a la gente joven se la debería formar en análisis de la imagen, lo que no solo beneficiaría al diseño, sino, también, a otros muchos sectores, como la arquitectura, los medios de comunicación,… Porque, si no tienes criterio, no aprecias el valor y se acaba cayendo en una serie de clichés. Y, precisamente, el trabajo del diseñador consiste en hacer algo diferente, especial para cada cliente, un trabajo a medida para cada proyecto.

Hacer un trabajo adaptado a las necesidades, objetivos y valores de cada empresa es muy complejo y se necesita de una complicidad muy grande entre el profesional del diseño y la organización. Si no se consigue, el resultado será muy superficial. Un trabajo para una empresa es un proyecto de un calado y una profundidad importante; si no existe esa colaboración, esa complicidad entre las dos partes, es muy difícil que el proyecto salga bien, cumpla los objetivos, dé visibilidad a los valores de la organización, y tenga un efecto. Se quedará en un paripé y los paripés no sirven para nada. Por eso se necesita mejorar la cultura.

El diseño se considera como clave estratégica y aliado para la evolución hacia modelos de producción más eficientes y sostenibles, al tener impacto en todo el ciclo de vida del producto o servicio. ¿Cómo se aplica esta premisa en la práctica?

Tenemos que ser conscientes de que, en cada proceso empresarial, hay muchas disciplinas implicadas y cada una debe apoyarse en las otras para conseguir desarrollarlo con éxito. El diseñador puede proponer soluciones, dar forma o racionalizar un proceso, pero, para poder hacerlas reales, tienen que estar apoyadas en tecnologías que den respuesta a las necesidades. Solo el diseñador no lo puede hacer. Se trata de conseguir construir en conjunto.

A la hora de desarrollar esos proyectos y generar esa relación con las empresas clientes, ¿son conscientes de ese papel estratégico del diseño y se dejan guiar?

Encontramos un poco de todo. Se trata, en general, de crear un vínculo, una confianza, una complicidad; es como un juego de ping pong. Ni el empresario ni el diseñador poseen la verdad absoluta. Hay que encontrar ese punto en el que se saque lo mejor de cada uno; que te escuchen y tú escuchar. El cliente es el que conoce mejor que nadie su producto; otra cosa es que no tenga el lenguaje para llegar donde quiere. Hay que escucharle bien, atentamente. Ese ‘saber escuchar’ y ‘saber reinterpretar’ lo que te está diciendo, genera casos de éxito. Es una relación en la que nadie tiene que dominar, sino que debe ser un proyecto en común y escoger, de lo que se ponga sobre la mesa por ambas partes, aquello que beneficie al proyecto. Consiste en un proceso de aprendizaje mutuo.

En este complejo contexto, ¿qué le aconsejarías a alguien joven que quiera dedicarse profesionalmente al diseño?

En los años 70, cuando empecé a trabajar, estábamos en plena crisis económica y no había trabajo ni empujando. Era una situación parecida a la que estamos en este momento. Aconsejaría mucha paciencia, porque las cosas cuestan muchísimo. Yo estoy a punto de cumplir 70 años y sigues teniendo que demostrar todo cada día; poner en valor el trabajo que estás haciendo. Nadie te regala nada. Vas a tener que demostrar una y otra vez, en cada proyecto, tu valía. A quien no le guste mucho esta profesión, que es una profesión vocacional, que lo deje, porque es muy complicada.

"Me encantaría que València, tras la Capitalidad, quedará consolidada como centro internacional referente del diseño. Sería un éxito y un sueño"

A pesar de este panorama general, estamos vivimos un momento ‘dulce’ para el diseño valenciano, con la designación de València como Capital Mundial del Diseño en 2022. ¿Qué impacto crees que puede tener en la realidad del sector, más allá de ese año?

Me gustaría que la Capitalidad de València consiga aportar valor y dé visibilidad a esa complejidad que tiene el trabajo de diseño. Que contribuya a eliminar ese aspecto frívolo de que las cosas son así porque se te ocurren sin más. En Valencia hay muy buen nivel de diseño. La Capitalidad es importante para visibilizarlo. Hay momentos que suponen un quiebro y permiten que afloren una gran cantidad de cosas que están sumergidas, que se han venido cociendo durante muchos años, y que, de repente, eclosionan. Me encantaría que después de la Capitalidad, Valencia quedará consolidada como centro internacional referente del diseño. Sería un éxito y un sueño.

Uno de los factores que ha contribuido a esta designación es la unidad del sector del diseño valenciano, que se refleja también hoy, en ese sentimiento de orgullo y apoyo unánime en la entrega de los Premios Nacionales a dos de sus referentes: Pepe Gimeno y LZF Lamps.

Es un valor que tenemos diferenciador y prácticamente único. Creo que viene del comienzo del desarrollo del sector, cuando éramos pocos diseñadores y nos llevábamos todos muy bien. Se ha ido uniendo gente a ese núcleo primero, pero se ha mantenido esa buena relación y ahora es una cuestión de identidad. En otras ciudades no ocurre lo mismo o pasa justo lo contrario; incluso diría que es raro entre profesionales que están dentro de la cultura, el arte, el diseño,… donde hay muchos egos.

Que los profesionales del diseño de la Comunitat Valenciana hayan sido capaces de mantener esa buena relación a lo largo del tiempo, es un valor a conservar por encima de muchas cosas. Ha sido una herramienta fundamental para conseguir la capitalidad, porque, en un momento determinado, se unió todo el sector a una, como una piña, y eso se vio desde fuera; nos da muchísima fuerza.