Rubén Mateos (Viccarbe): «El producto más sostenible es el que no necesita ser sustituido en años»

11/09/25
Rubén Mateos (Viccarbe): «El producto más sostenible es el que no necesita ser sustituido en años»

La firma valenciana de mobiliario Viccarbe ha sido reconocida con el Premio Nacional de Diseño 2025 en la categoría ‘Diseño y Empresa’, concedido por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. El jurado ha destacado su «capacidad de reunir excelencia, innovación, calidad y compromiso medioambiental en un modelo paradigmático de integración del diseño en la estrategia empresarial», lo que le ha convertido en «referente internacional en el diseño y fabricación de mobiliario contemporáneo y exponente indiscutible del mejor diseño español de inspiración mediterránea».

Fundada en Valencia en el año 2000 por Víctor Carrasco y Daniel Benedito, en este cuarto de siglo ha trabajado tanto para las pymes del territorio como para grandes multinacionales de todos los sectores, desde Google, Facebook, Apple o Microsoft a Deloitte, Accenture, Nestlé, Rolex, Inditex, MasterCard, Johnson, Marriot, Harvard o Walt Disney, entre muchas otras.

Una de las claves del éxito de la empresa, socia de la ADCV, es su equipo creativo y su capacidad para generar alianzas con profesionales de referencia del diseño en todo el mundo, bajo la dirección creativa de Rubén Mateos Brea, que se incorporó a la firma con 22 años y ha desarrollado en ella toda su carrera profesional. Con él charlamos en esta entrevista.

Viccarbe ha sido reconocida con el Premio Nacional de Diseño 2025 por su "capacidad de reunir excelencia, innovación, calidad y compromiso medioambiental en un modelo paradigmático de integración del diseño en la estrategia empresarial"

¿Qué supone para Viccarbe ser Premio Nacional de Diseño?

Supone un reconocimiento a una trayectoria de 25 años, una inyección para todos de emoción, ilusión y orgullo increíble. Somos una empresa en cierto modo joven, que se fundó sin una base previa: no hay una tradición familiar o una reconversión de otro proyecto, como ocurre frecuentemente en el tejido de la Comunitat Valenciana. Somos el resultado de una decidida apuesta por un modelo de empresa con foco en el diseño y en hacer algo diferente. Consideramos este reconocimiento como el premio más prestigioso que hay dentro de España y, para nosotros, a nivel mundial. No somos una empresa ‘buscadora’ de premios ni reconocimiento, pero éste nos hacía muchísima ilusión por su carácter institucional. Lo concede el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España, a partir de la valoración de un jurado totalmente neutro, sin ningún tipo de interés económico detrás.

También lo consideramos importante porque es un reconocimiento a la empresa, no a un producto concreto ni a una persona concreta, sino a una manera de hacer durante 25 años. A todos quienes nos felicitan estos días por correos, llamadas o mensajes, les digo que el premio también es suyo: equipo Viccarbe, profesionales, colaboradores, proveedores, clientes… De todos quienes han creído en este proyecto y lo han hecho crecer en estos años de alguna u otra manera, incluidas nuestras familias, que nos han apoyado y dado fuerzas en todo momento. Tiene un componente muy emocional.

Hablas de “una manera de hacer” propia de Viccarbe. ¿Cómo la describirías? ¿Qué es lo que os distingue de otras empresas del sector?

Es algo intrínseco que forma parte de la personalidad de la empresa, de su cultura. Y que está muy conectado a lo que siempre nos hemos referido como ‘diseño mediterráneo’ cuando nadie antes lo hacía. Creemos que nuestra cultura mediterránea influye en la manera en que nos comportamos y relacionamos entre nosotros, pero también con nuestros diseñadores o nuestros clientes. En estos 25 años, hemos apostado por una forma de ser muy natural y cercana. Entendemos que todas las personas colaboradoras de Viccarbe, profesionales del diseño, clientes o proveedores, forman parte de un ecosistema casi familiar y esa naturalidad, esa ‘familiaridad’, nos ha permitido llegar a grandes referentes del diseño, como Patricia Urquiola, Piero Lissoni, John Pawson, Naoto Fukasawa o Jaime Hayon, entre otros. En muchas ocasiones, de una manera informal e, incluso, algo inocente, pero esa forma de trabajar creo que es muy característica de nuestro carácter mediterráneo.

Tenemos actitud de compartir, de ser naturales, todo es de todos, y eso sorprende muchas veces a personas de otros países o culturas; nos gusta poner la paella en el centro y comer directamente de ella. Esto ha formado parte de nuestro ADN casi sin querer. Lo impregna todo y eso se traslada, también, al producto, a la imagen y a la representación de la marca de puertas para afuera. Hay un intangible ahí, que está en el corazón de la empresa, del producto y de todo lo que hacemos.

Aterrizando esos intangibles y esa “manera de hacer”, en el fallo del jurado se habla de “la excelencia, la calidad, la innovación y el compromiso medioambiental que configura un modelo que integra el diseño en la estrategia empresarial”. ¿Qué significa en la práctica?

Viccarbe se funda en el año 2000 por Víctor Carrasco y Daniel Benedito y nace a raíz del proyecto final de carrera del primero, que propone crear una empresa de mobiliario de diseño con un modelo empresarial tan bien ejecutado que la Universitat Politècnica de València (UPV) le anima a llevarlo a cabo. En ese plan de empresa, esos compromisos de innovación, excelencia y compromiso medioambiental ya estaban presentes. Por eso, todos estos valores están tan aterrizados dentro de nuestro ADN, todos ellos unidos a través de una línea que es el diseño entendido como algo que va más allá de producir objetos bellos.

A los dos años de vida, la empresa ya estaba certificada en ISO 9001 e ISO 14001, demostrando el compromiso por la buena gestión empresarial y medioambiental. Del mismo modo, todos nuestros productos están certificados por laboratorios externos en las más estrictas normativas europeas y americanas en cuanto a seguridad y calidad de nuestros muebles, lo que nos permite dar una garantía de diez años a toda nuestra colección.

Tenemos muy claro que el producto más sostenible es aquel que no necesita ser sustituido a los dos años. Por ello, la calidad es tan importante, y también el diseño aquí juega un factor determinante. Huimos de crear productos que se muevan por modas o líneas estéticas coyunturales a una época. Nuestra máxima es diseñar productos atemporales, que sigan siendo atractivos a través de las generaciones.

Con esta filosofía y este modelo, ¿cómo se establece y se gestiona la relación con la empresa cliente? ¿También tenéis un método propio que os diferencia de vuestra competencia?

Cada caso es muy concreto. Nuestra relación, habitualmente, es con el arquitecto o interiorista que está desarrollando el proyecto. Nuestra labor es ofrecerles a estos profesionales la solución para una necesidad que tienen en los espacios que diseñan. Pero esa oferta no se limita solamente al catálogo de producto que tenemos, sino que tratamos de aportar valor y acompañarles en la selección del mobiliario, en las opciones y acabados de los mismos, para que obtengan el mejor resultado. Cada pieza está fabricada para un cliente concreto y eso nos permite ofrecerle un servicio de customización a medida que es muy apreciado por todos ellos. Nos gusta estar presentes y acompañar a lo largo de todo el proceso. Eso promueve que la relación con profesionales de la arquitectura y el interiorismo se haga mucho más fuerte, porque nos ven como un partner: no somos un proveedor, sino alguien que está solucionando una necesidad o un problema. Y eso, muchas veces, se valora más que otros factores.

Uno de los puntos que más destacáis, y que también destaca el jurado de los Premios Nacionales de Diseño, es el compromiso medioambiental. ¿Qué líneas o acciones destacarías en este ámbito?

Como toda empresa, en Viccarbe tenemos un impacto sobre el medio ambiente y sobre la sociedad que nos rodea y siempre hemos sido conscientes y actuado en consecuencia. Desde nuestro segundo año, estamos certificados en las ISO 9001 y la 14001, cuando nadie más del sector lo estaba. Ello se traduce en una forma de gestión del trabajo y una conciencia sobre todo lo que hacemos. Hay un compromiso por la mejora continua en este ámbito. Esto se muestra en acciones como usar solamente maderas certificadas de bosques de talas controladas, tejidos naturales o con altos porcentajes de material reciclado o utilizar fuentes de energía eléctrica 100% renovables, entre otras muchas.

Hemos reducido nuestra huella de carbono en los dos últimos años un 89% y el objetivo es ser Carbon Neutral al final de este año. Además, también este año hemos obtenido el sello SCS Advantage Gold y hemos puesto a disposición del público las ‘Declaraciones Ambientales de Producto’ en un ejercicio de transparencia y sostenibilidad.

Entendemos la sostenibilidad como un concepto mucho más amplio que los recursos y la energía que consumimos. Un pilar muy importante para nosotros es la sostenibilidad social de la marca, qué impacto tenemos en la sociedad. El 90% de nuestra producción se concentra en un radio de cien kilómetros desde nuestra sede. Nos parece muy importante mantener esta política, porque, al final, si hemos llegado hasta aquí es gracias al tejido industrial histórico relacionado con el mueble que nos rodea, que se ha ido adaptando para trabajar con nosotros. Creemos que es esencial que ese tejido se mantenga y se enriquezca. Por otro lado, está nuestra responsabilidad social, con colaboraciones con ONGs locales, a través de donaciones de mobiliario, promoción, apoyo… Todo ello forma parte de nuestra conciencia medioambiental y social, que ha sido valorada de forma positiva por el jurado.

Habéis trabajado para grandes grupos multinacionales, en proyectos internacionales. ¿Cómo ha conseguido Viccarbe posicionarse en ese segmento de clientes tan deseado por grandes firmas del sector?

Es muy importante la red de agentes y distribuidores, así como los prescriptores. Para nosotros, la apuesta siempre ha sido la internacionalización. En torno al 90% de la facturación proviene de fuera de España. Es fruto de un trabajo de insistir, insistir, insistir y de mucha visita a estudios de arquitectura e interiorismo para hacer conocer tu marca. También hemos apostado desde el inicio por la asistencia a ferias y eventos internacionales, sabiendo dónde queríamos estar y de quién nos queríamos rodear. Por ejemplo, no participamos en el Salone de Milano hasta que conseguimos estar en el mismo pabellón que empresas con mucha más trayectoria que nosotros, y que entendíamos que eran competidoras. Eso nos ayudó muchísimo a posicionarnos, a conseguir una proyección internacional y a que la gente nos conociera. Por supuesto, trabajar con grandes profesionales del diseño te coloca de cara a profesionales de arquitectura e interiorismo en un nivel que, de otro modo, no habríamos conseguido. Otra de nuestras claves ha sido cuidar todo el proceso: tener un buen producto, en un buen catálogo con una imagen coherente y con un buen servicio. Además de valorar a cada cliente con la misma importancia, sea grande o pequeño. Ese interiorista que ha pedido 25 sillas para un restaurante pequeñito, es igual de importante que el de Microsoft.

Desde el punto de vista de los procesos creativos, ¿cómo se gestiona el trabajo del equipo interno y las colaboraciones con profesionales del diseño?

Tratamos de generar una relación personal a fuego lento entre todas y cada una de las personas integrantes del equipo y las y los diseñadores con quienes trabajamos. No llamamos a nadie ‘a puerta fría’, enviando un briefing sin habernos conocido antes en persona. Necesitamos una relación previa, generada gracias a contactos comunes, conversaciones en ferias o eventos, recomendaciones… Y, a partir de ahí, surgen las posibles colaboraciones. El mismo ambiente agradable, ameno y de confianza que fomentamos en la empresa, lo trasladamos a todas las personas que colaboran con nosotros. No hemos desarrollado ninguna colaboración sin que se haya generado esa vinculación, porque es súper importante que vean el producto, de dónde viene, dónde trabajamos, las personas que hay detrás, cómo nos relacionamos, los procesos productivos que manejamos y que son nuestros puntos fuertes … Y eso, al final, se refleja en el producto. En cada pieza hay mucho de quien lo ha diseñado, pero, también, mucho de Viccarbe. Hay una gran confianza y mucho respeto e interés de llegar a un resultado conjunto.

¿Destacarías algún producto, diseño o proyecto que te haya marcado o impactado especialmente, que consideres que es algo emblemático para la empresa?

Aunque es una pregunta que no me gusta responder, la colección ‘Aleta’, que hicimos con Jaime Hayon puede ser un buen ejemplo. Por muchos aspectos. Ha sido una colección de éxito desde el mismo momento en que la lanzamos. Es una colección muy versátil, con infinidad de opciones y acabados, sin dejar por ello de lado la comodidad o los requisitos de normativa de calidad y medioambientales. Además, tiene un precio muy competitivo. Es una colección que bebe de referentes de los años 70 y 80 y hace una reinterpretación muy actual, que sigue encajando y sigue resultando atractiva. Funciona. Pero hay una parte emocional muy interesante. Antes de lanzarla, Viccarbe tenía un sentido del diseño casi minimalista, con estilo muy sobrio en colores y líneas muy puras, y Jaime tenía una creatividad desbordante: arte, colores, formas orgánicas. Eran dos mundos diferentes y, a pesar de tener muy buena relación previa, pensábamos que jamás íbamos a colaborar, porque éramos antagónicos en lo que a creatividad se refiere. Cuando Jaime trasladó su estudio a Valencia, nos pidió ayuda para buscar diseñadores que trabajaran con él. En ese momento, le propusimos a un muy buen amigo mío que estaba trabajando en prácticas con nosotros, y enseguida empezó a trabajar con él. Esto hizo que, de repente, nos viéramos de forma diferente y, tras varias pruebas y un proceso de desarrollo muy bonito, surgió un producto que tiene tanto de Viccarbe como de Hayon. Y creo que eso es fruto, de nuevo, de ese intangible, de esa forma de hacer, de esa relación previa que creamos. Con este contexto emocional, que se haya convertido en el número uno de ventas, refuerza la idea de que, cuando se parte de una relación previa, sale un producto exitoso.

La Comunitat Valenciana es el territorio con más Premios Nacionales de Diseño, con reconocimientos continuados en los últimos años. ¿Cuál crees que es el papel del diseño valenciano dentro del ecosistema nacional?

El reconocimiento al diseño valenciano no es solo fruto del trabajo de los últimos cinco años, sino, probablemente, de los últimos cien. De la industria cerámica, la textil, el calzado, de una región con una industria del mueble muy potente, eventos importantes como Feria Hábitat Valencia o Cevisama… Todo ese bagaje ha ayudado a generar mucha conciencia sobre la importancia del diseño en todos los ámbitos y en todas sus disciplinas (gráfico, packaging, producto, industrial, moda…). Ahora mismo, el sector del diseño de la Comunitat está en un momento dulce. Todos los premios nacionales que se han otorgado en los últimos años, tanto a profesionales como a empresas, así lo demuestran. Pero creo que nos falta mirar más el ecosistema que nos rodea y encontrar y potenciar aquellos puntos que nos unen; en lugar de poner el foco en lo que nos separa, generar más sinergias. Me gustaría creer que hay una opción común, más democrática y popular entre todos los agentes que generamos ese entorno de diseño para potenciar el sector, su imagen, su modelo. Por nuestra parte, intentamos poner nuestro granito de arena, con iniciativas como Open House, Feria Hábitat Valencia o asociándonos a la ADCV.

En este sentido, ¿qué papel crees que deben tener las asociaciones y por qué habéis decidido uniros a la ADCV?

El asociacionismo tiene un papel muy importante para todos los profesionales de un sector y, en el caso de la ADCV, en la promoción de la cultura del diseño, de un oficio, así como dar respaldo y cuidado a todos los profesionales que lo componen. Permite que todo ese sector se haga más sólido y robusto, pongamos en común nuestras inquietudes, nos hagamos más fuertes frente a los retos y generemos unos criterios únicos en muchos sentidos, pero, sobre todo, ayudarnos. Me parecen también clave y esenciales mecanismos de consultoría, formación y seguimiento a los profesionales que están empezando.

¿Y qué consejos darías o cómo animarías a esos jóvenes que se están formando o están iniciando su actividad profesional en el mundo del diseño?

Al talento emergente, le animaría a buscar, experimentar y hacer cosas nuevas, aunque parezcan absurdas. Bajar a un contenedor, coger cuatro trastos y ver qué pasa. Huir de las cosas muy formales, de lo que tiene que ser producible, económico… porque ya llegará el momento de hacerlo cuando estén en una empresa y se lo pidan. Les diría “deja hueco a esa inocencia, a esa idea loca. ¿Por qué no? Eso te va a llevar a abrir la mente, a intentar generar cosas diferentes y fuera de lugar, a experimentar”.

Últimamente se está generando muy revuelo y debate sobre la irrupción de la inteligencia artificial y cómo puede afectar a las profesiones creativas y se escuchan alegremente comentarios como que vamos todos a desaparecer. Me parece una visión muy simplista sobre el tema. Detrás de la IA hay muchos intereses comerciales, inversores y accionistas que tratan de imponer un modelo y generar ruido y estrés. Y hay una programación desarrollada por un ser humano, que delimita los referentes sobre los que crear de una manera sesgada y limitante. Pero no deja de ser eso, una conjunción de variables sin capacidad cognitiva para razonar, reflexionar, analizar o conceptualizar, capacidades todas inherentes al ser humano.

Tal como yo lo veo, la inteligencia artificial no deja de ser una herramienta más para ayudar a desarrollar nuestro trabajo. Son ya varias las ocasiones que hemos vivido esta experiencia. La fotografía acabaría con la pintura; la fotografía digital acabaría con la analógica… Incluso los diseñadores gráficos desaparecerían con la llegada del ordenador y herramientas como Illustrator o Photoshop. Pero, lejos de eso, lo que han provocado estas herramientas es que el nivel aumente. El empresario que se vanagloria del logotipo que le hizo su sobrino gracias a un curso de ofimática para su tienda va a seguir existiendo, solo que hoy el sobrino pasa a ser sustituido por una inteligencia artificial. Pero debemos tener claro que esa persona nunca iba a contratar los servicios de un profesional para diseñar su imagen corporativa. Y ahí es donde deben entrar asociaciones como la ADCV, para formar y generar cultura sobre el valor añadido del diseño y su función.

Tras estos primeros 25 años, ¿hacia dónde camina Viccarbe?

Estamos en un momento muy dulce, celebrando nuestro 25 aniversario, por lo que el Premio Nacional de Diseño no ha podido venir en un momento mejor. Estamos viviendo una fase de crecimiento como empresa y como proyecto muy interesante, con retos que se vienen muy apasionantes. Llevo 18 años en Viccarbe y apuesto por hacer cosas que nos ilusionen y motiven, evolucionando y sin repetir fórmulas del pasado. El Premio Nacional es un reconocimiento a todo lo hecho hasta ahora, pero no nos vamos a acomodar; viene a confirmar que lo que hemos hecho es un éxito, pero no deja de ser la siguiente piedra de un camino que sigue en construcción. Ese espíritu que nos ha traído aquí, inconformista, curioso y con afán de mejorar las cosas, va a seguir.

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Retrato 1: Viccarbe
Retrato 2: ©wewonderstudio
Foto muebles 1: VIVOOD Hotel, de Ángel Segura
Foto muebles 2: Clínica Alejandría, de Javier Díez
Foto muebles 3: Residencia Gran Vía Marqués del Turia – Fos Studio, de Germán Saiz
Foto muebles 4: Showroom Viccarbe, de Javier Guerrero
Foto muebles 5: The Terminal Hub, de Alfonso Calza
Foto muebles 6: The Terminal Hub, de Alfonso Calza